ARANTXA TORIZA.
Patrona de Altura. Viveiro, Lugo.
Si una conoce a Arantxa, lo primero que percibe es su franqueza, luego su simpatía. Te gana desde el minuto uno cuando te dice, con un brillo especial en los ojos, que le encanta la pesca. Así, sin más rodeos.
Destacan muchos aspectos en ella, pero quizás haya que señalar la seguridad que transmite. Esa autoexigencia que destaca en si misma unida al hecho de que nunca se diera por vencida en cumplir su sueño de trabajar a bordo de un pesquero, son características que sin duda convencen de su valía como persona y como profesional. Es una Brava del Mar, eso es innegable.
Ríe al recordar que comenzó a estudiar en la escuela náutica con la idea de trabajar en pasaje, y como tan sólo unos meses después ya tenía clarísimo que su vocación era la pesca.
La frustración que se percibe en ella al contar los obstáculos que encontró tras terminar su formación para poder embarcar en un pesquero es grande. Desde tener que hacer las prácticas del curso en un remolcador porque ningún armador la quería enrolar, hasta pasar tres años en los puertos de su zona, Celeiro y Burela, buscando una empresa que se decidiese a darle una oportunidad.
Pero su insistencia finalmente dio fruto, y consiguió un puesto a bordo de un pinchero de Gran Sol, donde estuvo bastante tiempo faenando en aguas inglesas e irlandesas con palangre de fondo.
Dice arrepentirse de no haber salido antes de su zona y arriesgarse a explorar otros caladeros y otros artes de pesca. No fue hasta 2018 cuando, a través del proyecto REDMAR de FUNDAMAR, encontró otras oportunidades laborales que le abrieron las puertas a un mundo totalmente desconocido para ella como Malvinas y NAFO, donde se pesca con arrastre de fondo a muchos quilómetros de casa.
Ahora que ya es una mujer experimentada en el sector, estudia para conseguir el título de capitana de pesca antes de que llegue el verano de 2020, en el Instituto Marítimo Pesquero del Atlántico en Vigo. Aprendizaje continuo. A bordo y en tierra. Mujer incansable. Reconocida por su labor allí donde ha estado.
Lo que más le gusta de su profesión es poder conocer nuevos lugares y personas, y aprender de diferentes culturas. El enriquecimiento personal. Además, coma todas las Bravas del Mar, destaca la importancia del trabajo en equipo: “en un barco todas y todos somos importantes. Si uno o una falla, todo se derrumba”.
Cree que a su condición de mujer aporta prudencia y mejora la convivencia a bordo, ya que así se lo han transmitido sus compañeros. También sabe que esta mesma condición es la que obstaculizó durante tanto tiempo que le diesen a su primera oportunidad. La pesca es un mundo mayoritariamente de hombres, y a bordo lo es casi de manera exclusiva.
Para Arantxa, el futuro de la pesca pasa por cambiar la percepción histórica que se tiene de ella: de una profesión dura y de riesgo a la que se acudía por necesidad, pero no por vocación, a la de una profesión digna que puede y debería ser vocacional o por lo menos elegida.
Remarca sentirse orgullosa de haberlo conseguido, y no es para menos, por si misma y para si misma. No por todas las mujeres, non se cree tan importante, si no por ella. No se siente precursora de nada, pero lo es. De hecho, aunque no sea consciente, sí que fue por todas. Brava.