NÉLIA PERÉZ

Investigadora jubilada. Ramiráns, Ourense.

Es muy difícil entender la pesca sin la investigación pesquera, ya que la evaluación de los recursos y del ecosistema es vital para mantener una actividad sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

Nélida irradia sabiduría. En sus gestos deja entrever la persona inquieta y dinámica que es, aspectos que reflejó en su carrera profesional como investigadora durante treinta y siete años.

Se le pone ojos de soñadora cuando relata cómo surgió ese interés por el mar, siendo una niña de tan solo tres años que emigraba a América del Sur en un barco llamado MONTSERRAT. Dice que ahí debió de empezar su obsesión, ya que no concebía una vida lejos de él.

Volvió a España a estudiar, a donde sus padres la enviaron para cursar Biología en Madrid. Pero allí ni había mar ni había peces, así que al terminar se volvió a Galicia. Comenzó a trabajar en el intermareal como becaria no remunerada, y cuando las antiguas cajas de ahorro ofertaron becas para el Instituto Español de Oceanografía le concedieron una. En esa época empezaron a crearse los equipos de investigación de asesoramiento pesquero a la administración, a donde la destinaron para evaluar recursos demersales del área atlántica.

Dice que tuvo mucha suerte al conseguir la beca, pues eso le abrió las puertas de su mundo deseado. Un mundo que consistía en un reto continuo de aprendizaje, ya que todo estaba por hacer.

Al mismo tiempo reconoce que fue muy duro debido a la exigencia, pues la carrera de Biología era muy académica y memorística, con lo cual no te preparaba realmente para trabajar. Suponía mucho esfuerzo enfrentarse al día a día porque la incertidumbre la desbordaba por falta de formación.

Sumadas a estas dificultades y a la ausencia de una estructura de apoyo para el trabajo, estaba la rigidez de las estructuras existentes que no permitían evolucionar. Además, no había comunicación entre equipos y había una carencia total de definición de objetivos en el IEO. Las mismas personas tenían que recoger muestras, dirigir proyectos, evaluar recursos y acudir a foros pesqueros como asesores, lo que implicaba que no se podían especializar en nada.

De ser mujer investigadora a principios de los años setenta destaca sobre todo que eran pocas. Dentro del equipo no se percibía discriminación en si misma, pero sobre todo al principio era un ser raro al que no le permitían integrarse de todo. Lo peor, comenta, era el trato en los buques oceanográficos, donde despreciaban a las mujeres, que tenían que demostrar ser mejores en su trabajo que los hombres y a las que no se les permitía cometer errores.

Según sus palabras, “el equipo es fundamental, si no, nada funciona”. De hecho, al ser preguntada por su aportación dentro del instituto, dice que ella sola no consiguió nada, siempre fue en equipo. Ella aportó ideas y trabajó dentro de él, pero sin el resto no hubiese tenido sentido.

Se siente orgullosa de haber conseguido que algunas empresas del sector llegasen a entender que sin un recurso fuerte el futuro de la pesca no sería posible, pero también es consciente de que los cambios de mentalidad en la pesca son lentos.

Brava del Mar, nunca dejó de luchar por conseguir realizar su trabajo con éxito, muchas veces con un sacrificio personal muy algo, sobre todo por las horas de trabajo extra, lo que suponía una renuncia a más tiempo con la familia.

Todas las carencias en el sistema de investigación que Nélida ha contado eran para ella el mayor riesgo en su profesión, pues la mantenían siempre en estado de alerta con la sensación de estar al borde de no dar abasto, de poder fracasar. Esto fue así durante mucho tiempo, hasta que empezó a trabajar con los descartes pesqueros, donde la seguridad en lo que hacía le permitió desarrollarse de forma totalmente satisfactoria.

Para un sector pesquero con futuro cree imprescindible que el Estado defina qué quiere para la pesca, que los organismos de investigación lleven a cabo los objetivos que se definan y que se forme para esto una estructura fuerte pero flexible que permita evolucionar.