PILAR IGLESIAS

Armadora y Secretaria de OPROMAR. Ciudad de Pontevedra.

Detrás de gestos pausados e incluso algo tímidos, Pilar esconde una personalidad fuerte de una Brava del Mar. En cuanto empieza a compartir sus vivencias en el sector de la pesca, su mirada transmite determinación y seguridad.

Los días de Pilar transcurren como principal gestora de la empresa familiar heredada de su padre, en la cual trabaja también su hermano como parte de la tripulación del barco que poseen. La tradición pesquera la lleva en las venas desde bien pequeña, cuando visitaba los barcos y la lonja junto a su progenitor.

En cuanto terminó sus estudios, no dudó en dedicarse al sector, donde hace labores administrativas de todo tipo, desde gestión de personal hasta pedidos de suministros, pasando por la organización de la reparación naval o a atender la descarga y la venta en lonja. Actualmente, además, es secretaria de OPROMAR, apoyando en la organización de las reuniones para tratar temas de interés para la flota.

Destaca como positivo de su trabajo la flexibilidad de horarios, que le permite realizar una conciliación familiar adecuada a sus intereses personales.

Al mismo tiempo reconoce que es un mundo muy exigente, porque a pesar de la flexibilidad, la disponibilidad tiene que ser continua, ya que el barco trabaja casi todo el año y ante cualquier imprevisto tiene que estar dispuesta para dar solución.

Cuando cuenta sus inicios en la pesca, no duda en reconocer que tuvo que cubrirse con un armazón y demostrar que sabía valerse para que la aceptasen en un mundo muy masculinizado, y está convencida de que para un hombre ese esfuerzo habría sido menor, ya que se da por válido desde el primer momento.

Cree que como mujer, por educación y cultura, tiene una capacidad resolutiva mayor, lo que le permite no obcecarse con los problemas y buscar soluciones más rápidas y con una visión más amplia. Nunca deja que se la superen las circunstancias: bravura pura.

“El trabajo en equipo es el pilar de la empresa”, así de conciso lo declara, sin titubear. Es una cuestión empresarial que siempre deja clara en las entrevistas de trabajo que realiza. Según ella, la cooperación es esencial para que todo funcione.

Sin duda, el logro que más valora es seguir en el sector, después de tantos años haber conseguido que la empresa continúe. Supuso un gran esfuerzo y una actualización continua. Cuenta con tristeza cómo otras empresas quedaron en el camino.

Se considera una mujer decidida a mejorar las condiciones de trabajo de su tripulación, por lo que cuando se le pregunta por el mayor riesgo asumido, responde que fue el cambio de caladero, buscando una mayor proximidad a casa y a la familia. Fue una decisión arriesgada porque había que adaptarlo todo: la operativa en tierra y el sistema de pesca a bordo. Pero les salió bien y ahora su tripulación puede disfrutar de una mejor conciliación.

Por su rostro cruza una sombra al pensar en el futuro del sector. Cree que no será factible si no se consigue alcanzar un relevo generacional de las tripulaciones. Percibe que el problema comienza con la infravaloración de la profesión, imagen que debe cambiar desde el propio sector, visibilizando las mejoras alcanzadas. También está convencida de que el mayor reclamo es el económico, y de que no será posible mejorar salarios si no se regulan los precios del pescado y se le da el valor que debe tener. “No se puede trasladar e trabajo al precio, ya que se trabaja mucho para llevarlo a tierra y al final el que más arriesga es el que menos gana” relata con cierta frustración.